La vida me dio uno de esos golpes "como del odio de Dios". No fue el primero y no será el último, pero es que se estaban volviendo muy frecuentes y ese me cogió mal parada y me llevó muy hondo bajo tierra. Gracias a Dios y a la vida, tuve lo que necesitaba, manos generosas, fraternas y tiempo... para recuperar el calor, el color y florecer de nuevo.
Comento esto porque son muchas las personas que me han escrito deseando saber qué me había ocurrido.
Maria, entrañable amiga, mujer valiosa y valiente, sensible y escritora, me regaló este poema. Deseo compartirlo con ustedes.
Entre Las Cenizas.
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