Lo conocí hace muchos años. Era alto, delgado, manos grandes, dedos largos. Caminó hacia mí, saludó cortésmente, se sentó y elaboró una grulla en origami. Te la regalo, me dijo. Se despidió, abordó un tapete rectangular de tamaño mediano, se sentó espalda recta, piernas y brazos cruzados y... salió volando como si nada.
Hace unos días recibí un mensaje suyo: "Pon una de Serrat", decía. Cómo no complacerle? Aquí va para tí, brujo inolvidable "Algunas veces la vida" de Joan Manuel Serrat.
sábado, 16 de abril de 2011
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