LA ZORRA Y EL LOBO
Había una vez una pareja de ancianos. Un día de invierno el anciano le dijo a la su mujer:
-Hazme unos ricos pirozhki, mientras voy a conseguir un poco de pescado.
El anciano salió en su trineo y, al llegar al río congelado, abrió un hueco y se puso a pescar. Capturó tantos pescados que llevó su trineo hasta el tope.
En su viaje de vuelta a casa, econtró una zorra tirada en el medio del camino. Al verla desgonzada e inmóvil, el anciano se bajó del trineo y se acercó para examinarla mejor. La zorra parecía estar muerta. "¡Que gran regalo para mi mujer!", se dijo, mientras la subía al trineo y la ponía junto al pescado. Entonces se montó de nuevo y prosiguió su camino. Inmediatamente, a sus espaldas, la zorra levantó su cabeza y empezó a lanzar los pescados fuera del trineo, uno tras otro. Una vez hubo arrojado fuera todo el pescado, la zorra se bajó del trineo de un salto. El hombre ni se dio por enterado.
Al llegar a casa, el anciano dijo a su mujer:
-¡Mujer! ve a ver la linda piel que tiene la zorra que te he traído. Quedará perfecta para el cuello de tu abrigo.
-¿Dónde está?
-En el trineo, junto al pescado.
La anciana miró por todos lados, y al no encontrar ni zorra ni pescado, empezó a regañar a su marido:
-¡Desgraciado! ¡Perezoso! ¡Mentiroso! -le gritaba indignada.
El anciano comprendió entonces que la zorra que había recogido estaba viva y lo había engañado. Se puso muy triste por todo el trabajo perdido, pero ya no había nada qué hacer.
La zorra, mientras tanto, recogió uno a uno los pescados que había arrojado desde el trineo y se sentó a comer. En eso estaba cuando un lobo que pasaba cerca la vio y le dijo:
-¡Saludos, comadre!
-¡Saludos, compadre! -contestó la zorra.
-Dame un par de pescados -le pidió el lobo, que estaba hambriento.....
Bueno, por hoy, dejamos aquí y pensemos: será que la zorra compartió sus pescados con el lobo?
-Hazme unos ricos pirozhki, mientras voy a conseguir un poco de pescado.
El anciano salió en su trineo y, al llegar al río congelado, abrió un hueco y se puso a pescar. Capturó tantos pescados que llevó su trineo hasta el tope.
En su viaje de vuelta a casa, econtró una zorra tirada en el medio del camino. Al verla desgonzada e inmóvil, el anciano se bajó del trineo y se acercó para examinarla mejor. La zorra parecía estar muerta. "¡Que gran regalo para mi mujer!", se dijo, mientras la subía al trineo y la ponía junto al pescado. Entonces se montó de nuevo y prosiguió su camino. Inmediatamente, a sus espaldas, la zorra levantó su cabeza y empezó a lanzar los pescados fuera del trineo, uno tras otro. Una vez hubo arrojado fuera todo el pescado, la zorra se bajó del trineo de un salto. El hombre ni se dio por enterado.
Al llegar a casa, el anciano dijo a su mujer:
-¡Mujer! ve a ver la linda piel que tiene la zorra que te he traído. Quedará perfecta para el cuello de tu abrigo.
-¿Dónde está?
-En el trineo, junto al pescado.
La anciana miró por todos lados, y al no encontrar ni zorra ni pescado, empezó a regañar a su marido:
-¡Desgraciado! ¡Perezoso! ¡Mentiroso! -le gritaba indignada.
El anciano comprendió entonces que la zorra que había recogido estaba viva y lo había engañado. Se puso muy triste por todo el trabajo perdido, pero ya no había nada qué hacer.
La zorra, mientras tanto, recogió uno a uno los pescados que había arrojado desde el trineo y se sentó a comer. En eso estaba cuando un lobo que pasaba cerca la vio y le dijo:
-¡Saludos, comadre!
-¡Saludos, compadre! -contestó la zorra.
-Dame un par de pescados -le pidió el lobo, que estaba hambriento.....
Bueno, por hoy, dejamos aquí y pensemos: será que la zorra compartió sus pescados con el lobo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario