EL ZORRO Y LA GARZA VAN DE BODAS POR DOÑANA
...Así lo hicieron. Se subió el zorro encima de la garza y ésta emprendió su vuelo majestuoso. Primero fue muy bajito. Al zorro le entraron cosquillas y se empezó a reír. Viendo a los primos allá abajo se quedó maravillado. Pero la garza se puso a subir más, y más, y al zorro se le fueron poniendo los pelos de punta. -Amiga garza, ¿adónde vamos? -Ya te lo he dicho. A las bodas de mi prima, la garza imperial.
-¿Y no podría casarse un poquito más bajo? -No, porque para eso es la más hermosa de todas las aves. Y además, cuanto más alto, más cosas veremos. ¡Mira, mira, el mar! Y al decir esto, la garza dio un viraje y se quedó un poco tumbada, para que el zorro lo viese bien.
_¡No te molestes, garcita, que yo ya lo veo!
-Lo malo es que cuando se entra en el mar, siempre corre un vientecillo que hace que me bambolee -dijo la garza.
Acto seguido se puso a dar bandazos. El zorro se agarró a las plumas como pudo para no caerse. Pero pronto empezó a marearse y a gemir. Entonces le dijo la garza: -Me parece que no vas muy contento, amigo zorro. ¿Quieres volverte a tierra?
-No estaría mal -contestó el otro.
-¡Pues haberlo dicho! -exclamó la garza. Dio un vuelco en el aire, y el zorro salió despedido como una bala, y conforme iba bajando decía:
-¡Si salgo de ésta y no muero, no quiero más bodas en el cielo!
Y colorín colorado, este volandero cuento se ha acabado.
...Así lo hicieron. Se subió el zorro encima de la garza y ésta emprendió su vuelo majestuoso. Primero fue muy bajito. Al zorro le entraron cosquillas y se empezó a reír. Viendo a los primos allá abajo se quedó maravillado. Pero la garza se puso a subir más, y más, y al zorro se le fueron poniendo los pelos de punta. -Amiga garza, ¿adónde vamos? -Ya te lo he dicho. A las bodas de mi prima, la garza imperial.
-¿Y no podría casarse un poquito más bajo? -No, porque para eso es la más hermosa de todas las aves. Y además, cuanto más alto, más cosas veremos. ¡Mira, mira, el mar! Y al decir esto, la garza dio un viraje y se quedó un poco tumbada, para que el zorro lo viese bien.
_¡No te molestes, garcita, que yo ya lo veo!
-Lo malo es que cuando se entra en el mar, siempre corre un vientecillo que hace que me bambolee -dijo la garza.
Acto seguido se puso a dar bandazos. El zorro se agarró a las plumas como pudo para no caerse. Pero pronto empezó a marearse y a gemir. Entonces le dijo la garza: -Me parece que no vas muy contento, amigo zorro. ¿Quieres volverte a tierra?
-No estaría mal -contestó el otro.
-¡Pues haberlo dicho! -exclamó la garza. Dio un vuelco en el aire, y el zorro salió despedido como una bala, y conforme iba bajando decía:
-¡Si salgo de ésta y no muero, no quiero más bodas en el cielo!
Y colorín colorado, este volandero cuento se ha acabado.
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